sábado, 10 de abril de 2010

Telepatía



Al final, mi presentimiento no era irreal. Llegó justo cuando me disponía a destripar a Bob Esponja. Como siempre, pensaba recibirlo con indiferencia, como lo haría Zsá Zsá, pero soy un idiota, no pude. No me puedo contener. Lo siento cerca de la puerta y ya mi cola se vuelve incontrolable. Apenas escucho el ruidito de las llaves, me yergo y mis orejas se convierten en radares. Y ni te cuento cuando entra a casa. Primero avanzo sumiso, con la cola entre las patas, poniéndole la mirada más lastimosa que me sale, para golpearle el corazón. Pero de inmediato, me convierto en canguro y no paro de saltar y darle besitos. Después lo huelo exhaustivamente para asegurarme de que no haya intentado cambiarme por otro perro. Y luego, me vuelvo obsesivo e interesado. Siempre me trae regalos cuando regresa, así que no puedo contenerme y, por todos los medios, trato de abrir esa enorme valija* que trae. Es complicado y tengo que esperar a que él decida cuándo la abrirá. Cuando eso sucede, meto mi hocico hasta el fondo, hasta poder encontrar “mi” regalo. Esta vez me trajo un pingüino. Me encantó. No sé adónde habrá ido que me trajo un animal tan extraño. Me vino bien porque Chanchito ya está muerto (lo rompimos jugando) y Osito 2 está medio cachuzo. Jugamos un rato y, cuando estuve exhausto, me quedé contemplando a Pablo, con mi pingüino abrazado.

También pensé en esa sensación fuerte que tengo cuando está por venir. Nunca me equivoco. Creo que con mi mejor amigo ya logramos telepatía. Puedo sentir su energía cuando está por venir. Y su presencia se hace cada vez más fuerte en mi alma y mi cabeza cuando está cerca. Y te aseguro, diario, que no es mi superolfato. No logro oler tan lejos. Sino, los perros no nos perderíamos tan fácilmente. Es energía, magnetismo, telepatía... No sé cómo llamarle. Voy a investigar sobre el tema. Me apasiona saber cómo he logrado una conexión tan fuerte con un ser tan primitivo y adorable a la vez, como el ser humano. Nunca los perros podremos emanciparnos de ellos. Inevitable amarlos. Es nuestra naturaleza.


* Maleta.

1 comentario:

  1. Y nosotros a ustedes...
    Un humano que nunca tuvo un perro,no conoce la felicidad completa.
    Yo no puedo vivir sin ustedes.Un hogar sin un perros es bien triste.
    Te estas poniendo en forma Fransisco eh!! ya no estás tan gordote.Buena salud

    ResponderEliminar