Hola, diario. Ayer nos pegamos un susto tremendo. Noto que a Néstor le gusta mucho esconderse y aparecer cuando a él se le antoja. A veces, Pablo descubre su ausencia y comienza a llamarlo por todos lados. El muy turro no aparece y lo tiene al pobre una hora buscándolo. Cuando él lo dispone, aparece lo más campante, desperezándose, como si nada hubiera ocurrido. Sé que Pablo lo quiere ahorcar cuando pasa eso, pero termina alzándolo y moliéndolo a besos.
Ayer volvió a hacer lo mismo. Sólo que estuvo toda la tarde buscándolo. Yo creo que se lo hace a propósito, porque los gatos tienen algo de zorro. Mi olfato lo descubre inmediatamente, pero yo no soy buchón*, así que no digo nada. Me da lástima por Pablo, pero tengo la excusa perfecta: no tengo manos ni dedos como para señalar dónde está. Pobre. Hasta revisó en los lugares más insólitos, como cacerolas y cajas de zapatos. También fue a preguntarles a los vecinos si no lo vieron por ahí. No hubo caso. Finalmente me dio lástima y decidí convertirme en un delator. Sin dedos, pero con mi hocico, le señalé a Pablo dónde estaba el muy sinvergüenza. Dormía profundamente adentro de una de sus valijas. Una vez más, pensé que Pablo le gritaría "gato desconsiderado", como mínimo. Pero no. Sonrió, lo abrazó y le llenó la panza de besos.
Hay bichos con suerte.
*Alcahuete.