Hola, diario. Vos sabés muy bien cómo me irrito cuando
Pablo confunde nuestra casa con un refugio en zona de riesgo. Las veces que me
habrá tocado convivir con otro perro mugriento porque a él le partió el
corazón. Hace poco trajo una gatita bebé. Por suerte estuvo sólo tres horas
porque corría el riesgo de ser degollada por una uña de Néstor. El rubio estaba
furioso. Celosísimo. Para él, con los perros todo bien, pero no le traigas otro
gato porque se pudrió todo. Finalmente, se la quedó el portero del edificio y
hoy observa a Néstor desde el noveno piso. Espero que no intente planear.
Anoche llegaron a casa Pablo y Nelson con otro ser vivo. No era ni un
perro ni un gato ni una paloma. Era pequeñísimo y estaba adentro de una pecera
de vidrio. Algo inquieto, desconcertado y te diría preocupado. Pablo me dijo
que esa clase de bicho se llama “hámster”. Debe ser alguna marca importada de
rata. “Este es Pérez”, me dijeron. El asunto es que Pérez se para en dos
patitas y apoya sus manitos en la pecera. Me vio y no pareció sorprenderse.
Según escuché, lo encontraron entre la basura del edificio donde vive Nelson.
Parece que alguien se “aburrió” de contemplar a Pérez y no se le ocurrió mejor
idea que abandonarlo ahí.
Me morí de la emoción cuando me avivé que adentro de la
pecera había una ruedita muy simpática sobre la que Pérez se sube y comienza a correr
sin parar. Está apuradísimo, pero no sé muy bien a dónde quiere llegar. Te matás
de risa. Me hubiera encantado largar una carcajada, como hace Pablo cuando se
divierte. Mi cola se convirtió en un ventilador de cómo se movía.
Otra cosa muy graciosa que hace es comer sin parar. Se mete
mucha comida en la boca, muchísima, casi tanta como el tamaño de su cuerpo y la
guarda en su buche. Se la queda un muy buen rato y luego la regurgita, para
comérsela. Un bicho raroooooo... Hay formás más fáciles de tragar.
La preocupación de Pablo y Nelson era cómo poner a Pérez
lejos de Néstor. Aunque no me lo cuenten me doy cuenta de que los gatos son
capaces de convertir en cena a un bicho como este. Pusieron la pecera donde
vive Pérez arriba de un mueble. Antes de que se relajen, sin que se den cuenta,
Néstor apareció olfateando el aire con mucha curiosidad. De repente, pegó un
salto y subió a una silla para observar a Pérez. No se lo quiso comer, aunque
supongo que es porque no puede y está protegido por esos vidrios. Pero lo
observa muchísimo y está muy preocupado por el nuevo habitante de la casa.
Pablo y yo también.
jajjjjjajajajaja Néstor no te comas a Pérez!! me da mucha felicidad el que seas tan bueno Pablo y siempre ayudes a nuestros hermanitos pequeños :)
ResponderEliminarLes mandamos besos a los cuatro!
Paula y Vainillita
Pero che! mirá Francisco como escribe! y que bien se lleva con Nestor! Mi Simón no es tan cariñoso con los gatitos, ultimamente me está preocupando, hace unos dias salvé a uno pero le pegó una cagada a palos...Saludos Pablo!!
ResponderEliminarQue bonito que es Perez!!!!!! Vos Francisco estabas curioso pero tranqui, en vez Néstor estaba en guardia, en el primer descuido se aprovecha de Pérez con seguridad. Que mala gente tirar a Perez en la basura, menos mal que hay personas como Pablo de gran corazón y siempre dispuestas a ayudar.
ResponderEliminarLes mando un abrazo a los cuatro. Alejandra.
Francisco, tenes un amiguito nuevo, que suerte. Ahora vas a poder contarnos mas aventuras, ademas sos tan observador que tus narraciones son extraordinarias. Cuida que Nestor no lo saque de su lugar y se lo lleve para jugar, seria muy divertido para el jugar con Perez. Ademas, Perez, parece ser muy simpatico.
ResponderEliminarQue suerte que tenes un humano como Pablo, tan solidario con la vida y generoso. Ahora entiendo porque estas tan orgulloso de el
BESOS, RONRONEOS , ABRAZOS PARA LOS CUATRO.
NILDA