
¡¡¡Hola, diario!!!
Perdón por mi ausencia de varios días. ¿Podés creer que Pablo se volvió a ir de viaje? Esta vez me asusté más que nunca. Cuando comenzó a armar la valija* y a guardar toda su ropa favorita, me empecé a deprimir. Y cuando vi que se cepilló los dientes y también guardó esos utensilios, ahí comencé a inquietarme. No sé porqué se me puso en la cabeza que se iba de casa para irse a vivir con el tal Molina. No podía tolerar esa imagen, de él, paseando con el enano ese engreído, con su correa nueva. Antes de irse hice escándalo. Le actué una película de llorar. Ya con su camperita*, impune, con su valijita en la mano, me acerqué, con las orejas caídas y mis ojos más tristes y comencé a lloriquear. Logré que sobre su enorme campera, se ponga un traje de culpa inmenso. Por unos minutos, pensé que se quedaría. Pero no. Me dio una golosina, unos cuantos besos y se fue.
Todos estos días, te confieso que no lo pasé mal. Estuve con Verito, la sobrina de Pablo, que se quedó a vivir conmigo. Todo el tiempo acompañado. Se iba a lo de su madre María Elena, o a lo de Fina y Raúl, o a lo de alguna amiga, y me llevaba. Compartimos todo. Por momentos pensé que lo mejor sería que Pablo se quede con el enano Molina. Que mi vida sería mejor con Verito.
Pero a medida que los días pasaban, me empecé a poner un poco triste. Estaba fantástico, pero me faltaba algo muy importante en mi vida. ¡Qué contradicción! Extrañaba a Pablo y no quería tener ese sentimiento de amor con ese supuesto traidor.
Por eso mi ausencia en la escritura. No tenía ánimos, diario.
Ayer sentía que algo iba a pasar. Me agarró ese sentimiento indescriptible de saber a Pablo cerca. Tenemos una conexión casi telepática. Finalmente llegó, con su valijita más pesada y sin su culpa encima. Lo olfatee y no... no tenía rastros de haber estado con Molina. Es más, no pude reconocer bien los olores que tenía. Creo que estuvo muy lejos. Cuando corroboré eso, me tiré encima suyo y le di tantos besos que le gasté la cara. "¡Basta, no soy un helado!", me decía mientras se cagaba de risa. Nos tiramos al piso de la alegría.
Luego, me zambullí en su valija y, efectivamente, tenía un regalo para mí. Un perrito de juguete. Un perrito hediondo. No me gustó. Y se lo hice saber. Lo mordés y hace ruido. Ladra. No, no no, a mí dejame con Osito 4.
Ahora extraño mucho a Verito. Su compañía permanente, sus juegos, sus paseos... Ay, ya sé. Soy un ciclotímico inconformista.
* Maleta.
* Chaqueta.
Hola Pablito, que bueno esta el blog sobre tu mascota. Encontre tu sitio buscando sitios de perros perdidos en Lanus, ya que el mio se extravió este domingo pasado cuando llovió. Realmente me encanta tu blog la forma de encarar el tema.
ResponderEliminarSaludos y saludos a cuatro patas también
"traje de culpa inmenso", que bien me interpreta esa frase, aunque igual me da un poco de pena el pobre Pablo, que tanto te quiere. La proxima vez que se vaya utiliza la técnica de los ojos caidos y si es necesario hasta te puedes hacer el muerto. Suerte y lamidos para ti
ResponderEliminarLo bien que la pasas cuando pablito se va de viaje! jejeeje... aunque si, es verdad q lo extrañas mucho!
ResponderEliminarte quiere
tu niñera!