Hola, diario. Que hace calor en Buenos Aires no te lo tengo que explicar. A veces saco tanto la lengua que tengo miedo de que se me caiga y se pierda. Es tremendo. En la calle el sol pega tan fuerte que debo caminar rapidísimo para no quemarme las patitas. Si encuentro un charco, por más inmundo que esté, meto las patas adentro para remojarme. El calor es insoportable para mí, que soy un perro de pelo en pecho. Encima, Pablo prefiere sudar una catarata antes que instalar en casa esas máquinas que conozco muy bien de algunos negocios, que largan un aire bien fresco y te apagan un poco el fuego. Encima, le gusta el aire libre... en estos días de verano. ¿Vos lo podés creer?
El domingo pasado no hubo ni una sola nube. Pablo se puso su shorcito y su musculosa, cargó un bolsito con dos botellas de agua y tomamos la calle. Tuve que soportar un par de cuadras con el asfalto caliente, hasta que nos protegieron las copas de los árboles. Ahí respiré un poco más. Fuimos a ese lugar que se llama Palermo. Ya me aprendí la palabra. La pronuncia y yo doy unos saltos tremendos de alegría. Ahí no me importa el calor. Corremos como locos por el pasto, entre los árboles; y Pablo me deja que recorra todo sin sacarme la vista de encima.
Hacía tanto calor que me tiré de cabeza al lago. Nadé un poco y me divertí mojando a todos los que estaban alrededor, sacudiéndome el agua de los pelos. La gente gritaba, pero se divertía. Y yo me volvía a zambullir. Al salir, me tiré un poquito al sol para secarme y luego me revolqué sobre un gato muerto y seco, para perfurmarme un poco. Cuando Pablo vio eso, se horrorizó. Me gritó y me retó. ¿El no se perfuma en casa? Bueno, yo lo hago a mi modo. Obviamente, me obligó a meterme al lago enseguida, para sacarme ese olor.
Me encantan esas caminatas con Pablo, aunque haga mucho calor. Cada tanto, paramos un poco y él me da de beber agua de su botellita y en algún momento, nos recostamos en el césped a mirar el cielo y no pensar en nada. Todo es quietud y paz en esos momentos. Claro... hasta que viene un perro impertinente a olerte el culo. Siempre ocurre en algún momento. Pero los saco cagando.
Ahora que lo pienso, el verano no es sólo morirse de calor. Hay que disfrutar de los días iluminados.
sos lo mas hermosooo que hay franciiis!
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