
Y sí... parece que estoy gordo nomás. Había que ser necio para no admitirlo. Todo el mundo me lo decía. Menos Pablo, que insiste con que soy musculoso. Es evidente que la comida que me dio Fina y la vida sedentaria hicieron que mi cuerpo se ensanche notablemente. Pablo me llevó al veterinario, a ese odioso bigotudo que se piensa que me va a conformar con una golosina. Se hace el cancherito*, como que me juega y me recibe con los brazos abiertos. Y yo que no puedo evitar esconder la cola entre las patas cuando llego. ¿Te imaginás lo primero que dijo cuando entré? Sí, exacto: "¡Estás gordo, Francisco!". Viste que del idioma humano puedo pescar bastantes palabras que, unidas a miradas, gestos y tonos de voz, me indican qué está pasando. Bueno, me di cuenta de que el tordo* ese le decía a Pablo que una de las causas de mi gordura es que me operaron las bolitas. Parece que tengo que comer muuuuuucho menos y hacer más ejercicio. Pablo se lo tomó en serio y volvimos a casa corriendo. No lo podía creer. No estoy en forma como para correr seis cuadras sin parar.
Es que la estadía de 15 días con Fina y Raúl fue un vicio del que no creo poder volver a salir. No hacer nada todo el día más que comer y comer. Creo que me hice adicto a las criollitas* con queso, al paté, a las alitas de pollo y a la carne picada cocida. Ahora estoy desesperado porque Pablo no me da nada de eso. Me van a tener que atar la boca porque, ante el menor descuido suyo, en la calle, voy a comerme lo que encuentre.
¿La dieta? Total, así gordo como estoy, me quiere. ¿Está mal?
*Que alardea, conocedor de todo.
*Doctor.
*Galletas.
te extrañooooooooooooooooooo!!!!!!!!!!!y tengo un huesito esperando en casa!!!!!! tu tia que te quiere
ResponderEliminarQue es de la vida de Francisco?? Quiero tener novedades! Te extrañoooo
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