
Hola, diario. Qué decirte de este chico... Es un primor. La verdad que me cae fantástico. Es un atorrante. Al principio lloraba todo el tiempo, pero le duró poco. Ahora hace lo que quiere. Es muy independiente para la edad que tiene. Por eso se debe haber fugado de su hogar tan joven. Pablo le sacó las pulguitas y esos bichos horribles que tenía en su panza, pero hasta lleno de bichos era feliz y seguro de sí mismo. No le tiene miedo a nada. Me da un poco de envidia. Abro la boca y mete su cabeza con intenciones de ver vaya a saber qué. Me quedo perplejo, con la boca abierta y lo dejo, pero no lo comprendo. Luego me mira fijo, se le erizan los pelos y empieza a saltar alrededor mío con el lomo arqueado. Cuando le resoplo sale corriendo. Ay... es un bebé. Cada tanto lo limpio un poco porque aparece con todos esos pelos amarillos medio mugrientos. Con un solo lengüetazo lo dejo limpito.
Pero te voy a contar algo. También tiene sus contras. Por empezar, está obstinado en dormir conmigo, pegadito a mi cuerpo. No lo permito. No lo dejo. Sé que es huérfano, que necesita calor peludo, pero que vaya a buscarlo en Osito 6. A mí me gusta dormir tranquilo, sin demasiado contacto físico, menos de un chico inexperto. Por otro lado, Pablo pretende que comamos juntos. Y bueno, accedí en eso. Donde manda capitán, no manda marinero. Cada uno tiene su plato de comida, pero tenemos que compartir el del agua. Me adoptó de hermano mayor porque hace todo lo esencial mirándome de reojo. Come, hace sus necesidades y se pasea mirándome de reojo. Hasta lo descubrí que llora cuando nos vamos a pasear con Pablo.
Bueno, demás está decirte lo que decidimos. Se quedará en casa. Será nuestro hermano menor. Pablo le puso un nombre raro: Néstor. Creo que le da personalidad. Es un regalo de Navidad.
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