
¡Me puse como loco! ¡Me puse como loco! ¡No sabés lo que me pasó ayer, diario! Íbamos caminando por la calle con Raúl (yo te conté que camina despacito) y, desde lejos, olí a un mechudo que no me gustaba nada. Con exactitud podría decirte que, por lo menos, hacía una semana que no se bañaba. Llevaba la camisa toda desvencijada y los pantalones raídos. Vi que lo observaba a Raúl, así que me puse alerta. Cuando estuvimos muy cerca, lo miró fijo y le dijo algo. ¡Me puse como loco! ¡Lo empecé a putear* en mi idioma sin parar! No amagué morderlo porque tenía miedo de pescarme una infección. Raúl me calmó, me acarició y escuché que le dijo al tipo: "Las tres y veinte". Luego, el roñoso siguió su camino.
Y bueno... me equivoqué. Pero guay... descubrí que soy re-guardián. Mirá si ese atorrante le hacía algo a Raulito, que es tan frágil. No lo hubiera permitido. Tomé una decisión de por vida: Nadie, ni humano o perro, le hará daño a ninguno de mi familia.
Los gatos no sé... lo voy a pensar. Les tengo algo de miedo.
*Insultar
Y bueno... me equivoqué. Pero guay... descubrí que soy re-guardián. Mirá si ese atorrante le hacía algo a Raulito, que es tan frágil. No lo hubiera permitido. Tomé una decisión de por vida: Nadie, ni humano o perro, le hará daño a ninguno de mi familia.
Los gatos no sé... lo voy a pensar. Les tengo algo de miedo.
*Insultar
No hay comentarios:
Publicar un comentario