
Hola, diario. Anoche salimos a pasear con Pablo y me encontré con Morena. Hace mucho que no nos veíamos, aunque cuando pasaba por la puerta de su casa, sabía más o menos qué estaba haciendo y cómo estaba debido a su olor. La vi, ahí paradita, con su amiga humana y me quedé atónito. Aunque sólo por la presencia de su olfato hubiera sabido de lo avanzado de su embarazo, fue un shock emocional haberla visto. Ahí quietita, con su panza enorme que debía tener por lo menos ocho cachorros dentro. Corrí hacia ella pero me detuve a un metro. Con mi cola que no podía parar de moverse de un lado a otro, mi cabeza erguida y mis orejas atentas. Nos miramos serios. No supe bien qué hacer. Tenía ganas de volver a invitarla a correr sin parar a lo largo de la cuadra, de saltar y revolcarnos en la vereda hasta descomponernos de risa. Aunque supe muy bien que no se podía. Entonces me acerqué, sólo con la intención de darle un beso. Pero me gruñó.
El pecho se me sacudió. No podía ser un cambio tan abrupto en su personalidad. ¿Cómo se puede pasar de un "te quiero" pasional a un "mantenete alejado"?
Tanto Pablo como Marcela, su amiga humana, le hablaron. Creo que la hicieron recapacitar. Pablo, como buen hermano, me abrazó fuerte. Pero de pronto, Morena se acercó a mí. Lentamente, cansada y resignada. Y me dio un besito tenue, pero sincero y melancólico, en mi hocico. Me volvió el alma al cuerpo. Le devolví el cariño y dejó que la huela por todos lados. Tenía curiosidad por saber cuántos chicos tenía dentro y de qué sexo eran. Me di cuenta de que sólo faltaban días... horas... para que nazcan.
Nos quedamos un rato largo hablando con nuestra mirada y le ofrecí todo mi corazón para lo que necesitase. Es una madre soltera (porque el muy turro que hizo eso nunca más apareció) y no podrá con todos esos críos. Creo que está resignada. No me dijo ni que sí, ni que no. Nos despedimos con mucho cariño. Con un amor transformado. Y me quedé pensando y meditando toda la noche en eso de engendrar. Nunca podré hacerlo. Ya lo sé. ¿Será justo? ¿Por qué habrá tenido que ser así? Me abracé a Osito y a Chanchito y me dormí. Soñé cómo serían mis cachorritos. Seguramente parecidos a los que tendrá Morena.
El pecho se me sacudió. No podía ser un cambio tan abrupto en su personalidad. ¿Cómo se puede pasar de un "te quiero" pasional a un "mantenete alejado"?
Tanto Pablo como Marcela, su amiga humana, le hablaron. Creo que la hicieron recapacitar. Pablo, como buen hermano, me abrazó fuerte. Pero de pronto, Morena se acercó a mí. Lentamente, cansada y resignada. Y me dio un besito tenue, pero sincero y melancólico, en mi hocico. Me volvió el alma al cuerpo. Le devolví el cariño y dejó que la huela por todos lados. Tenía curiosidad por saber cuántos chicos tenía dentro y de qué sexo eran. Me di cuenta de que sólo faltaban días... horas... para que nazcan.
Nos quedamos un rato largo hablando con nuestra mirada y le ofrecí todo mi corazón para lo que necesitase. Es una madre soltera (porque el muy turro que hizo eso nunca más apareció) y no podrá con todos esos críos. Creo que está resignada. No me dijo ni que sí, ni que no. Nos despedimos con mucho cariño. Con un amor transformado. Y me quedé pensando y meditando toda la noche en eso de engendrar. Nunca podré hacerlo. Ya lo sé. ¿Será justo? ¿Por qué habrá tenido que ser así? Me abracé a Osito y a Chanchito y me dormí. Soñé cómo serían mis cachorritos. Seguramente parecidos a los que tendrá Morena.
Definitivamente, serás un buen papá. No son importantes los lazos de sangre.
ResponderEliminar