
Hola, diario.
Yo soy Francisco. Hace casi seis meses que estoy en este lugar que llaman MAPA y nadie me viene a buscar. Aunque me tratan bien, no está bueno estar acá. Estoy atado con mi cadena de siempre a la pata de una jaula y siempre me enredo. Una porquería. De pronto tengo medio metro para moverme y doy tantas vueltas que me quedo como apretado. Me dan arroz. Puaj. Pero cuando hay hambre... Son cosas que le pasan a uno por ser pobre.
En las jaulas de arriba tengo perros y gatos y los olores que tienen me marean. Encima ya hace dos días que no tengo más entre las patas esas pelotitas que me gustaba tanto lamer. Ahora me quedó un hilo cosido que me da un poco de asco. Con un poco de paciencia, tal vez, pueda sacarlo. Los días pasan, pero la gente que entra sólo mira a los cachorritos. Me da cierta seguridad y me reconforta el saber que está Andrés. Aunque no pueda estar todo el tiempo conmigo. Él me tuvo en su casa bastante tiempo y lo amo. Pero su suegro me pegaba con una escoba, así que me trajo acá para protegerme y conseguirme un hogar mejor. Sé que sufre y que algún día no lo voy a ver más. Eso me pone muy triste y hace que muchas veces me recueste en el piso con la cabeza entre las patas y la mirada perdida. Lo quiero a Andrés. Está en este lugar como vigilante voluntario sólo porque me trajo. Eso es amor.
Hoy ocurrió el milagro. Bah... no sé, ojalá. Entró un tipo con cara de simpático, junto a una chica. Todos los pibes de las jaulas de arriba, gatos incluidos, como siempre, empezaron a hacer fiesta y a llamar la atención. ¡Cómo los detesto cuando hacen eso! Tengo que aprender del viejo que tengo a dos metros míos. Él ni se mueve. Ya está resignado. Yo, viste que no puedo evitar esa obsesión de ser amable y salté para darle la bienvenida al tipo. Tengo un truco que a veces resulta: Me paro en dos patas y con las de adelante, te agarro el brazo, y te miro con cara de "llevame". A veces no conmuevo a nadie, pero esta vez fue distinto. Al tipo le encantó eso y no miró a ningún cachorrito. Se agachó y se puso a acariciarme. Yo me volví loco. Empecé a saltar, a dar vueltas en mi eje y, aunque quise contenerme, no pude y me puse panza arriba. Ay, qué lindo cómo me rascaron la panza entre los dos. Escuché que el tipo le dijo a la chica: "Es re-simpático". Después se alejó y preguntó en el mostrador cómo tenía que hacer para llevarme. Yo paré mis orejas y tenía ganas de llorar de la emoción. También me quise contener, pero largué un chillido. "¿Te vas, Francisco?", me preguntó Andrés. Y con la mirada le dije: "Creo que sí". El tipo saludó a todos, volvió a acariciarme y sentí que estábamos hechos el uno para el otro. Dijo que volvería a buscarme mañana. Suspiré. Lo vi alejarse con una sonrisa que le llenaba la cara, le di la patita a Andrés -que se acercó a acariciarme con bondad-, y me recosté a su lado con una esperanza que me hacía latir el corazón cada vez más fuerte. Tal vez vuelva a ser feliz.
Yo soy Francisco. Hace casi seis meses que estoy en este lugar que llaman MAPA y nadie me viene a buscar. Aunque me tratan bien, no está bueno estar acá. Estoy atado con mi cadena de siempre a la pata de una jaula y siempre me enredo. Una porquería. De pronto tengo medio metro para moverme y doy tantas vueltas que me quedo como apretado. Me dan arroz. Puaj. Pero cuando hay hambre... Son cosas que le pasan a uno por ser pobre.
En las jaulas de arriba tengo perros y gatos y los olores que tienen me marean. Encima ya hace dos días que no tengo más entre las patas esas pelotitas que me gustaba tanto lamer. Ahora me quedó un hilo cosido que me da un poco de asco. Con un poco de paciencia, tal vez, pueda sacarlo. Los días pasan, pero la gente que entra sólo mira a los cachorritos. Me da cierta seguridad y me reconforta el saber que está Andrés. Aunque no pueda estar todo el tiempo conmigo. Él me tuvo en su casa bastante tiempo y lo amo. Pero su suegro me pegaba con una escoba, así que me trajo acá para protegerme y conseguirme un hogar mejor. Sé que sufre y que algún día no lo voy a ver más. Eso me pone muy triste y hace que muchas veces me recueste en el piso con la cabeza entre las patas y la mirada perdida. Lo quiero a Andrés. Está en este lugar como vigilante voluntario sólo porque me trajo. Eso es amor.
Hoy ocurrió el milagro. Bah... no sé, ojalá. Entró un tipo con cara de simpático, junto a una chica. Todos los pibes de las jaulas de arriba, gatos incluidos, como siempre, empezaron a hacer fiesta y a llamar la atención. ¡Cómo los detesto cuando hacen eso! Tengo que aprender del viejo que tengo a dos metros míos. Él ni se mueve. Ya está resignado. Yo, viste que no puedo evitar esa obsesión de ser amable y salté para darle la bienvenida al tipo. Tengo un truco que a veces resulta: Me paro en dos patas y con las de adelante, te agarro el brazo, y te miro con cara de "llevame". A veces no conmuevo a nadie, pero esta vez fue distinto. Al tipo le encantó eso y no miró a ningún cachorrito. Se agachó y se puso a acariciarme. Yo me volví loco. Empecé a saltar, a dar vueltas en mi eje y, aunque quise contenerme, no pude y me puse panza arriba. Ay, qué lindo cómo me rascaron la panza entre los dos. Escuché que el tipo le dijo a la chica: "Es re-simpático". Después se alejó y preguntó en el mostrador cómo tenía que hacer para llevarme. Yo paré mis orejas y tenía ganas de llorar de la emoción. También me quise contener, pero largué un chillido. "¿Te vas, Francisco?", me preguntó Andrés. Y con la mirada le dije: "Creo que sí". El tipo saludó a todos, volvió a acariciarme y sentí que estábamos hechos el uno para el otro. Dijo que volvería a buscarme mañana. Suspiré. Lo vi alejarse con una sonrisa que le llenaba la cara, le di la patita a Andrés -que se acercó a acariciarme con bondad-, y me recosté a su lado con una esperanza que me hacía latir el corazón cada vez más fuerte. Tal vez vuelva a ser feliz.
Ohhhh Francisco, mi amorcito!!!!
ResponderEliminarTE QUIEROOOOOOO!!!!!!
Tu amiga MADO