Hoy tuve un acercamiento profundo con la tristeza. Pero con la tristeza ajena. Estuvimos pocas horas con el perro linyera en casa. Creo que Pablo tenía miedo de que me contagie de algo porque no me dejaba olfatearlo. Es que tenía muchos bichos habitando en él. Me di cuenta de que ese petiso no estaba nada bien. Me lo dijo con sus ojos todos lagañosos. Me porté bien y dejé que lo atiendan. Pablo lo envolvió en una toalla, me acarició la cabeza, y se lo llevó. Tardó muchas horas en volver y llegó muy triste. A la noche casi ni nos hablamos. Nos fuimos a dormir, se levantó muy temprano, dimos un paseo rápido y volvió a salir.
Luego de unas horas volvió destrozado. Con los ojos rojos y unas ojeras como para corpiño. Todavía pude percibir el olor del perro petiso en su ropa. Traté de contener un poco la euforia al recibirlo, pero cuando puse mis patas delanteras en sus hombros, a modo de abrazo, se puso a llorar. No quiero ser melodramático, pero la angustia de un hombre es un golpe duro para un perro. Supe de inmediato que no me había equivocado. El pobre petiso llegó grave a casa y, probablemente, ya esté en el cielo de los perros. Pobre Pablo. Siente que no pudo hacer nada por él. Y me angustié yo. Pero por no poder explicarle que había hecho mucho por ese petiso medio linyera. En su último día durmió calentito, con alguien muy preocupado por él. Y dejó en esta vida a una persona que lo está llorando desconsoladamente. Creo que ese sentimiento tan profundo reivindica las desgracias que el pobre vivió en los últimos tiempos. Ojalá Pablo pudiese cambiar su frustración. Hizo que ese pobre perro no se haya ido solo, se fue con una luz en su alma. Y claro, él no sabe de mitología perruna, pero se ganó un ángel que lo protegerá siempre. No sigo. Siempre hay nuevos amaneceres.
Luego de unas horas volvió destrozado. Con los ojos rojos y unas ojeras como para corpiño. Todavía pude percibir el olor del perro petiso en su ropa. Traté de contener un poco la euforia al recibirlo, pero cuando puse mis patas delanteras en sus hombros, a modo de abrazo, se puso a llorar. No quiero ser melodramático, pero la angustia de un hombre es un golpe duro para un perro. Supe de inmediato que no me había equivocado. El pobre petiso llegó grave a casa y, probablemente, ya esté en el cielo de los perros. Pobre Pablo. Siente que no pudo hacer nada por él. Y me angustié yo. Pero por no poder explicarle que había hecho mucho por ese petiso medio linyera. En su último día durmió calentito, con alguien muy preocupado por él. Y dejó en esta vida a una persona que lo está llorando desconsoladamente. Creo que ese sentimiento tan profundo reivindica las desgracias que el pobre vivió en los últimos tiempos. Ojalá Pablo pudiese cambiar su frustración. Hizo que ese pobre perro no se haya ido solo, se fue con una luz en su alma. Y claro, él no sabe de mitología perruna, pero se ganó un ángel que lo protegerá siempre. No sigo. Siempre hay nuevos amaneceres.
Nota: Gracias, Sociedad Protectora de Animales Sarmiento
Hola Francisco!!
ResponderEliminarHoy estoy triste, porque el Petiso, como vos lo llamabas, partió , y hoy está en el cielo de los perros, junto a Diana, Pamela, Yiya y Sol, los angelitos de cuatro patas que me acompañaron durante toda mi vida, y otros tantos perris que vivieron su vida en soledad.
Pero sabés una cosa?. Se fué con el calor de la mano de Pablo, quien no miró para otro lado cuando lo encontró sólo y enfermo aquella noche...
Bueno, como dice Pablo, siempre hay nuevos amaneceres!!
Muchos lenguetazos de amor!!!!!
Moni
Fransisquito,fuiste bueno con el ,aún con tus celos.
ResponderEliminarEl petiso se fué feliz por que vivió los últimos momentos de su vida conociendo personas como Pablo y amigos como vos ,que le abrieron la puerta de su casa con un corazón enorme regalándole amor.!!
Los ángeles ,estan de fiesta!!!